lunes, agosto 25, 2008

Una manzana grande y esplendida

La grán manzana estaba invadida por españoles, en especial catalanes. A cada paso que dabamos el sonido de palabras y acentos conocidos aparecía por detrás de nuestras cabezas. Y eso no ha sido lo único sorprendentemente familiar que nos hemos encontrado en estos últimos cinco dias en Nueva York. Residimos durante esos dias en el Hotel 17 , en la calle 17 entre la tercera y la segunda avenida en el barrio de East Village en Manhattan. Un barrio que nos recordó a Barcelona, con sus estrechas calles llenas de arboles y su actividad frenénica en Union Square parecida a la de Plaza Cataluña.


Cada día caminamos innumerables horas sorprendentemente relajados y cómodos en esta ciudad que sentimos acogedora y afable. Hay gente que se aturde en las grandes ciudades (Humphrey es a veces uno de ellos). Para mí las ciudades grandes y diversas son lugares mágicos con miles de rincones que explorar. De los lugares que visitamos me enamoré de el barrio del SoHo y Humphrey y yo disfrutamos como niños recoriendo Central Park. Nos quedaron cosas por ver, pero Neva York es una de esas ciudades interminables a las que uno no sólo debe ir una vez en la vida, pero debe volver cuantas más pueda.

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